A ella la veo hasta el mediodía e invariablemente acudo a su trabajo donde nunca abandona la misma silla desde la cual la calle es visible. Ya no buscamos de qué hablar, ha sido tanta la convivencia que la misma rutina dirige las pláticas. Despues la dejo y continúo la tarde con los puños cerrados y la verga parada hasta que llega la noche y paso por ella para encaminarla a su casa al menos unas tres veces por semana. La tarde se me ha ido en pensar en sonrisas y saludos intercambiados con sus compañeros de trabajo, en las miradas que tiran un anzuelo de carne y los sitios obscuros que pasan largas horas en soledad y resultan sugerentes. Pienso en el encargado del negocio, en el traje opaco que cubre la carne adiposa y en ella que lo ilumina con su mirada invitándolo con los labios a la soltura de la blusa y el despertar de la falda.
La reata no se me puede contener bajo el pantalón, mientras pasan los cigarros y pasan las manos de ese pinche gordo por la cabellera que a raudales corre por los hombros de mi mujer; las sonrisas, los dientes apretando los labios, el abrazo, los botones que van abriendose junto con la mano blanca deslizando la bragueta de traje opaco.
Tengo que repetir las cuentas más de una vez antes de que salga la mercancia vendida, la mente se me nubla, pienso en los cigarros que faltan para las ocho treinta y de nuevo me nubla una clienta que, distraída, juguetea sacándose el zapato izquierdo; vuelvo al sitio obscuro-indefinido donde a ella, la que llamé mi vida en algun momento, la han despojado de zapatos y medias mientras la vulva rosada y húmeda se estremece al tener cerca el glande hinchado del gordo que se ha metido en la boca los dedos blancos y la penetra despacio; los senos oprimidos y los gemidos escapando en gotas de sudor. Yo tengo la ropa interior húmeda y la verga por estallar. Ella deja que él se venga en su boca como recompenza del cogidón que le acaba de proporcionar el que ni siquiera es el puto dueño del negocio.
A unos doce pasos despues de llegar a la casa encuentro la tele prendida y el noticiero terminandose. Sé que es miercoles y que las cosas no andan bien. Tengo esta rara sensación de que se estan cogiendo a mi novia.
No hay manera de olvidar a tan mítico personaje.
ResponderEliminarBuen cuento.
Saludos.