lunes, 25 de octubre de 2010
NARDA
Porque te llevaron lejos de mi.
Porque dejé de verte unos instantes,
te perdí en la noche sin nombre.
Porque nunca entendí la vida así,
lejos de tu cintura, con mi soledad
completa.
Porque esos perros sin cordura,
esos perros sin alma,
no supieron lo que hicieron;
se puede robar un trozo del corazón.
Porque conociste mi estremecimiento.
Porque fuiste la realización de mis anhelos.
Porque en tí mi carne de niño conoció el deseo
y se hizo canción eterna;
gemido de hombre en llamas.
Porque en tus brazos tuve voz,
la voz que poco a poco hice con lágrimas y sudor.
Porque me hiciste hombre a punta de madrazos
hasta que la realidad me dio el chingadazo
de que pocos sobreviven en el mundo real.
Porque tuve tantas ganas de partirle la madre a Dios,
como todas las veces que me arrancaron un pedazo de mi mismo,
como todas esas veces que me dejaron solo
sin que lo hubiera esperado o querido...
Porque quise mandar a chingar a su madre al mundo.
Y porque de verdad creí que toda la vida estaríamos juntos.
Porque en tus brazos pude fundirme con los paisajes de Page,
la Obscuridad que creó Iommy, compartir el delirium tremens
de Hendrix y el trance inmaculado de Gilmour.
Y, al fin, pude darle nombre a mi propia locura...
un nombre de mujer.
Por eso lloro esta noche...
porque no está tu espalda en mi costado antes de dormir,
no está tu canto de niña antigua junto a mi delirio,
ni tu desnuda presencia en mis manos huérfanas.
Y no sabré más de ti.
Por siempre estaremos separados, Narda.
No me alcanzarán las manos
para decirte lo mucho que te amo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario