miércoles, 17 de junio de 2009

TOMA EL LLAVERO, ABUELITA...

EL BAÚL DE LOS RECUERDOS.
Textos aparecidos en la serie especial “Dípticos del mal” editados en 2004 de manera clandestina por parte del colectivo “Suelos Aliados”.


Debajo.

Vacío, sin mis manos, preso en la espesura de alcantarillas sin término, hundido por palabras que son piedras en los muros; aquellos que separaron el roce de unas manos y nada vino que no fuera el invierno.
Repleto, sin mis venas, sin el agua que bañó las noches, en vigilia por una sombra que colmara las cobijas.
Desnudo en el corazón de la madrugada.
Desnudo por los pasos que las calles devoraron.
Nada, aún con mi espiritu sin alas.



Invierno.

Dolor cristalizado. Como escarcha en los muros, no espero su sonrisa; todo huele a mierda y lenguas sucias.
Nacer es dolor. Mi ciencia es la agonía. La carne y la piel son tu ponzoña donde no hay lugar para mi. Son tus bosques muy grandes y tus ciudades muy viejas. Son tus montañas muy frías y tus mares siempre estan llenos de muertos. No hay lugar para mi. Estoy en el invierno de los siglos.
Siento asco de los cadaveres a mi alrededor, han sido yo todo este tiempo; la piedra en mi mente los llama y mis brazos los rechazan.
Frente al trono de Dios la luz y las aves, que a su lado emprenden vuelo, desnudas como una hoja, iluminan las estatuas llenas de basura y hundidas en la mierda.
Lo recuerdo como de un sueño y creo en lo que relatan los tubos, el suero y las agujas; susurran mi nombre a pedazos; el que me dió mi enfermedad y mi adicción.



Mictlancuauhtla.

I.
Espesura. La luz no permanece más que un breve instante en la tierra; lamento de piedra y musgo, camino del agua, corazón de las brazas.
Renacimiento. Un día es un siglo, los granos no envejecen, es el campo lo que cambia; ofrenda de maíz y sangre. Plegaria.
Dame piernas nuevas, ojos y manos. Dame la carne y el fuego, aliméntame, cúrame, pon de nuevo la piedra negra sobre mi pecho.
Crujen las ramas de los árboles en Mictlancuauhtla.

II.
Fuimos la razón de la caída, el poema sobre la roca en el centro de la tierra. Una lágrima que cayó del cielo.
Por ahora, camino sólo; me lleva un fantasma, un trozo de voz, la ninfa con lengua de dragón.
Cansado al pie del ícono, siendo un astro frío, la luz el brillo de la navaja que cortó mi piel.
Por ahora busco donde se rompió mi escudo y perdí mis fuerzas.

1 comentario:

  1. Hace unos pocos días, tal vez por las mismas fechas, veía esos dípticos. Me parece increíble, por no decir irreal, que hayan pasado los años de eso.

    Saludines estimado
    a

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